La asadura del muerto
Érase una vez…
una niña que nunca hacía lo que su madre le pedía, no por desobediente, sino por despistada. Tan despistada podía llegar a ser, que a veces olvidaba que tenía que dormir por la noche, levantarse por la mañana, comer a mediodía y cenar.
Un día…
su madre la envió a la carnicería a comprar asadura, insistiéndole en una sola cosa:
—Date prisa, que esa receta necesita mucho tiempo para cocinarse.
Marieta, que así se llamaba la niña, asintió y corrió hacia la carnicería, pero por el camino se encontró con sus amigas. Estuvo jugando en la calle hasta que casi se hizo de noche, y entonces se acordó del recado que debería haberle hecho a su madre hacía ya horas. Corrió todo lo rápido que pudo, pero no sirvió de nada: la carnicería ya estaba cerrada cuando llegó.
Tanto la asustaba pensar en la reacción de su madre cuando le dijese que no había podido comprar la asadura, que empezó a dar vueltas y más vueltas sin rumbo pensando en cómo solucionar el problema, cuando pasó ante el cementerio.
Y no se le ocurrió nada mejor que entrar.
Se sentó ante una tumba a reflexionar. En medio del silencio, seguro que alguna solución encontraría. Entonces se fijó en que aquella tumba estaba todavía sin enterrar, tan reciente era. Se dijo a sí misma que la asadura del muerto todavía estaría fresca y que él ya no la necesitaba, así que, ni corta ni perezosa, abrió la tumba, se la sacó y corrió a casa.
Cuando llegó, su madre se quejó por la tardanza, pero no dijo nada más; cogió la asadura del muerto, la limpió, la partió y la guisó. Después de cenar, satisfechas como estaban, les entró sueño y se acostaron.
A medianoche, una voz tenebrosa las despertó.
—Marieta, ¿dónde estás? Devuélveme la asadura que sacaste de mi sepultura.
Marieta gritó:
—¡Ay, mamá! ¿Quién será?
Y la madre contestó:
—Calla, hija, que ya se irá.
Y dijo la voz:
—¡No me voy, no me voy! Marieta, estoy en la primera escalereta.
Marieta se tapó más fuerte con las mantas, pero la voz empezó a aproximarse.
—Marieeeeeeta, estoy en la segunda escalereeeeeta. Devuélveme la asadura que sacaste de mi sepultura.
Marieta se cubrió hasta la cabeza con las mantas.
—Marieeeeeta, estoy en la tercera escalereeeeta. Devuélveme la asadura que sacaste de mi sepultura.
Marieta se apretujó contra su madre.
—Marieeeeeta, estoy en la puerta de tu cuarto. Devuélveme la asadura que sacaste de mi sepultura.
Marieta y su madre se escondieron bajo la cama, ahí no las encontrarían.
—Marieeeeeeeta, estoy a los pies de tu cama. Devuélveme la asadura que sacaste de mi sepultura.
Marieta sacó la cabeza para mirar, cuando algo la agarró de un pie.
—¡Marieta ya te tengo!
El muerto se llevó a Marieta al cementerio, la mató, le sacó la asadura, se la colocó donde habían estado las suyas y volvió a su tumba.
¿Te sonaba la historia de La asadura del muerto?
Este es un cuento popular español que me contaban cuando era pequeña. Contado de manera oral es mucho más emocionante que leído, porque puedes hacer la voz tenebrosa, alargar las vocales para parecer un fantasma, alargarlo cuanto te dé la gana… Y sobre todo, el final puede ser ese «¡Marieta ya te tengo!», porque si se lo estás contando a un niño, le darás el susto de su vida. Yo recuerdo pedírselo a mi tía cientos de veces y asustarme siempre. ¿El truco? Los escalones. Cuanto más alargues el momento en el que el espectro está subiendo por la escalera, más tensión, sobre todo para un niño, que, aunque conozca el final, se estará preguntando cuándo le darás el susto.
Por desgracia, la versión en castellano para mí no tiene mucha gracia. A mí me lo contaban en valenciano, y la rima de Marieta con escalereta tenía sentido, porque así hacemos los diminutivos. Si no te gusta esta palabra, podrías crear la rima de otra forma que he encontrado por ahí, y sería así: «no me voy, no me voy, que en el primer escalón estoy».
Lo hagas como lo hagas, es un cuento con el que puedes interactuar con tu audiencia y queda perfecto para Halloween. Lo puedes encontrar en muchísimos blogs, pero también en muchas recopilaciones. De hecho, yo me compré una precisamente porque contenía este cuento. El enlace de afiliada al libro es este: 25 cuentos populares de miedo.
Gracias por hacerme recordar esa leyenda, a mi tambien me la contaba mi abuelita de niño, y la busque para contarsela a mi hija, porque no me acordaba bien.