Y me envenenan los besos que voy dando

Maribel/ marzo 28, 2008/ Blog/ 5 comentarios

Esto se lo debo a la única persona en el mundo que sabe leerme como a un libro abierto, la única que sabe de antemano qué voy a sentir por las cosas que me pasan, antes de que yo sepa que me van a pasar. Es mi mejor amiga, es esa que me dice frases que me llegan al alma, es esa que me recomienda las canciones, las películas y los libros que más me pueden ayudar según mi estado de ánimo. Es esa que mejor sabe batallar con mis demonios, y sigue pensando que soy una dulzura. Es esa que me ve equivocarme una y otra vez, y sigue pensando que soy la mejor.

Es esa a la que yo intento leer como a un libro abierto, la que yo creo saber de antemano cómo se va a sentir por las cosas que le pasan incluso antes de que le pasen. Es esa que creo que me considera su mejor amiga, esa a la que creo llegar al alma con mis frases, esa a la que creo que le recomiendo canciones, películas y libros que le pueden ayudar a reflexionar. Esa con cuyos demonios tengo que batallar y sigue siendo una dulzura. Esa que veo equivocarse una y otra vez, y sigue siendo la mejor.
Y aun así temo no estar haciéndole justicia, por tanto, aquí tenéis algo escrito por ella para mí, cuando había un demonio (y ese era tangible) que no nos dejaba ser amigas, porque le daba miedo que lo fuéramos, porque era una batalla demasiado dura, tu carcelero luchando contra quien quiere verte volar hacia el sol. Esto es lo que ella escribió en agosto del año pasado:



(…)
Decir amigo
me trae del barrio
luz de domingo
y deja en los labios
gusto a mistela
y a natillas con canela.
(…)
Decir amigo
no se hace extraño
cuando se tiene
sed de veinte años
y pocas pelas.
Y el alma sin mediasuelas.
Decir amigo
es decir lejos
y antes fue decir adiós.
Y ayer y siempre
lo tuyo nuestro
y lo mío de los dos.
(…)

A esta penúltima frase hace referencia precisamente mi piano hoy. Poniendo en marcha el baúl de la música que me acompañara en mi divagar matutino, han aparecido ante mi, una serie de piezas que me han transportado a otra época, y a otra forma de vida. Y allí siempre estaba ella. Ahora, decir amigo, es decir lejos. A pesar de que la distancia física real no alcanza siquiera un kilómetro, nuestras vidas distan, desgraciadamente, bastante la una de la otra. No me cabe duda que ella también me echará de menos. Pero yo la echo más de menos a ella, o al menos eso es lo que me parece a mi. Imagino que eso es algo común al resto de los mortales, de echo, no conozco a mucha gente que piense que alguien piensa más en ellos de lo que piensan ellos en la otra persona.
Hoy no suena un piano, en su lugar, mis dedos bailan al son de un sonido clasificado como folk, y la melodiosa y dulce voz de una mujer me lleva a Santiago, donde llueve. Donde nunca fui con ella, a pesar de nuestros planes. Tantas veces me hizo sentir allí contándome su experiencia. Fueron muchas las ocasiones en que relataba con melancólicos detalles cada paso que dio en el Camino, y todas ellas, yo la escuchaba con una atenta envidia sana y con las ganas cada vez más candentes en mi pecho de recorrerlo con ella.
Pasado el tiempo observo un poco decepcionada, que nunca fui a Santiago después de conocerla, ni juntas, ni yo sola. No sé qué pasó, porque en total pasarían veinte o veintiún millones de cosas a lo largo de todos estos años, pero el caso es que nunca hicimos ese viaje.
Ahora escucho de nuevo las canciones de la nueva Galicia, esa que por aquel entonces, ella me presentó. Y he cerrado los ojos, y le he dado la mano, y hemos vuelto a estar en el coche, frente al mar, calladas, escuchando esa música, y soñando juntas con recorrer ese largo camino.
Ahora te hablo a ti, sí, sí, a ti. Tú ya sabes quién eres…No necesitas que te llame por tu nombre. Te hablo para decirte, que aunque decir amigo sea recordar gusto a mistela, o sea decir lejos, para mi, siempre queda, que decir amigo es decir lo tuyo nuestro y lo mío de los dos. Tal y como siempre fue. Así que ya quedaremos, ya nos veremos, amiga, y nos sentaremos a fumar, a llorar y reir juntas, y alcanzaremos Santiago de la mano, como siempre soñamos con los ojos cerrados.
No tengo prisa, aunque te eche de menos, aunque sólo hable contigo muy de vez en cuando usando los dedos como medio de comunicación. No tengo prisa, porque sé que Santiago lo pisaré contigo. Que, aunque sigas volando con tus palomas, y yo siga tocando mi piano, siempre habrá en nosotras ese pequeño hueco para andar juntas un trocito más de Camino.
Gracias por estar ahí siempre, Altan. Mi piano siempre sonará para ti…



Aunque lo sabe de sobra, su melodía suena en mis oídos y en mi mente todos los días, incluso ahora que nada ni nadie nos prohibe ser amigas y no necesito morirme de ganas por contarle mis asuntos de los últimos tres meses ni por escuchar los suyos. Su música siempre me acompaña porque todos necesitamos un pequeño apoyo diario, algo que nos devuelva, en los momentos de estrés, a la alegre realidad de que hay de verdad personas que esperan vernos y hablar con nosotras porque aportamos algo a su rutina, al igual que esas personas nos aportan lo mismo a nosotras. Esto va por ella por la razón más sencilla del mundo: porque le quiero, le quiero y le quiero, y aunque ella acabara viviendo en Bolonia y yo en Londres, no habrá distancia que nos haga estar separadas de verdad.
Quisiera que le echárais un vistazo al vídeo de youtube que he puesto arriba. Se trata de la canción que ella me dedicó en su blog junto con este texto. Aunque la letra de la canción está en gallego, el poema fue en realidad escrito por Lorca, quien decía que no había visto nunca tantos gallegos juntos como en Nueva York… Habla de la ciudad de Santiago, en realidad (donde llueve, como bien dice mi amiga), y el resto de la canción pertenece a un grupo de Galicia, llamado Luar na Lubre, que en realidad me presentó otro amigo, aunque eso no viene a cuento ahora aquí.
Y siento ponerme pesada, pero sólo porque ella me ha recordado esta noche que yo había decidido dejar a la tranquilidad entrar en mi vida y le he cerrado las puertas sin darme cuenta, os dejo aquí escrito el final de la película “piedras”, que vi con ella justo cuando lo necesitaba, y que viene a mi mente muy de vez en cuando, cuando me dejo vencer por mi propio histrionismo y empiezo a hacer cosas raras, y sobre todo, a hacerme daño inconscientemente a mí misma. Entonces lo leo, y me recuerdo a mí misma que me encantaría que el final de Leire (el personaje que dice la parrafada) fuera el mío propio. Ya sé que me siento muy cómoda en mi caos, pero es precisamente eso, y no más: comodidad. La Mari (como me llaman todos) se siente cómoda haciendo el loco porque no se implica emocionalmene en nada… pero es que yo no soy así. Ahí va. Siento mucho haberos dado tanto trabajo hoy, pero ni todo lo que he dicho era lo que había pensado, ni lo que he pensado es todo lo que he dicho.



(…)pues a ver cuándo me hacéis una visita, tú y tu novio, para que os dé el visto bueno. Lisboa es rara, Javier. Es una ciudad en la que tengo recuerdos de cosas que no he vivido. Pero eso me hace ir despacito. Más tranquila. Con dos dedos. Torpe, pero acertando en las letras que quiero dar.
Estoy tranquila. Por fin. Al menos ya no siento que me muero por dentro. Eso es bueno, ¿no? Y tengo ganas, pequeñas, pero ganas de empezar otra vez, y olvidarme de que esta y cualquier ciudad a veces está tan triste como yo. Y notar que estoy cambiando, aunque solo sea un poco. Bueno, si es mucho mejor. ¿Has visto qué egoistas nos volvemos cuando estamos solos? Espero que tu novio el médico tenga cura para el egoísmo. ¿Tú crees que nos enamoramos sólo para no estar solos? Yo creo que me he enamorado de un chico. Bueno, de su cogote. Me encanta el cogote de un conductor de tranvía que no conozco.
Espero que lo que tienes ahora sea lo que siempre soñaste tener. ¿Dónde irán los sueños cuando no los conseguimos? Porque a algún sitio tienen que ir. Aunque creo que al final, lo sueños no son más que una excusa. Pero una excusa muy gorda. Son la excusa para vivir. Por eso a veces también se convierten en la mirada nostálgica de lo que nunca fuimos. Qué putada, Javier, asumir que nunca serás lo que siempre deseaste. Ni esperarlo siquiera. Joder. Deseo, deseo, deseo, deseo. Quiero con todas mis fuerzas ser feliz.Y con eso hacer un poquito felices también a los que me rodean. Eso es lo que siempre quise.
Ay.. qué bien… qué bien lisboa, Javier…
Besos


Pues eso digo yo, que besos para el que haya tenido la paciencia de llegar hasta aquí.
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5 comentarios

  1. Me gustó…sí.
    Saludos nuevos.

  2. muchos besos tambien para ti, hoy es aniversario de Kurt Cobain me gustaria que pasaras por mi blog para que leas el post que hice, XD

  3. ……………………………………………………………………….aquí la prota………..m'has deixat absolutament sense paraules…..i mira q es raro…jeje………….No sé qué més puc dir….espere poder trobar algun dia alguna frase que valga la pena al respecte perque ara mateixa soc una especie de bakala rubia, en quant a lo que lèxic e inspiració es referix…jeje
    TE VULLC. només puc dite aixó….
    no more words….sorry…!

    b7s neni
    tu neus..jajaja

  4. Cuanto amor y cuanta seguridad hay en este post.
    Y el nuevo nombre del blog dice muchísimo.

  5. el amor desinteresado es más grande que todos los kilómetros del mundo, más grande que una montaña de decepciones, olvidos, equívocos. precioso el vídeo, el escrito dedicado de tu amiga, tus reflexiones, el final de "piedras" (y el principo, y la parte central). es un gusto leerte!

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