Mi ciudad de cristal amurallado

Maribel/ julio 4, 2008/ Blog/ 6 comentarios

A está preocupada. El presente se le echa encima aburrido y alarmantemente largo. Atrás han quedado los días en que soñar era una ilusión, más que una preocupación por cómo realizar el sueño. De repente A ha descubierto que puede cumplir uno de sus deseos, y no sabe por dónde empezar. Para colmo de males, el extraño que está invadiendo su ciudad, lleva dos días sin seguir en su empeño. Parece ser que ya se ha cansado de ella. O tal vez A está más sensible y susceptible de lo normal, y tiende a exagerar sin darse cuenta.
La lluvia es, sin embargo, lo que más la desconcierta. ¿Por qué de repente llueve? ¿Tiene algo que ver con la persona que debería estar esperándola afuera? ¿Se ha llevado la luz y el calor consigo? Precisamente él, que tanto le insiste en que el sol acaba siempre saliendo por algún lado.
Mientras espera a que algo nuevo ocurra, A mira hacia el exterior de su palacio a través de las paredes de cristal, y no puede evitar sorprenderse por el reflejo que le devuelven: aunque ella piensa que está llevando el nerviosismo serenamente, como tan bien sabe hacer, a la A de afuera le resbalan gruesas gotas por el rostro. No tiene claro si las causa la lluvia, o si proceden del interior de la A exterior. Pero es que, en este último caso, eso significaría que la A de dentro le está mandando, sin desearlo, esa lluvia a la A de afuera.
De repente, otra piedra del muro vuelve a caer, y el sol vuelve a transformar el gris de su ciudad en un brillante arco iris. Cuánto tiempo sin saber lo que son los altibajos. Pero está contenta de que no sean más que eso, y de que la lluvia no quiera quedarse para siempre en ella.

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6 comentarios

  1. Tantas y tantas veces somos nosotros mismos los que creamos el entorno…
    Y lo hacemos en base a lo que vivimos y sentimos interiormente en esos momentos.

    Besos

  2. me alegra que vuelvas, internetizada. tan lejos de la sal estás? where are you? espero que el cristal sea cómodo, confortable. que te haga feliz.

  3. Yo ya me he habituado a vivir en una montaña rusa emocional, cada día es una sopresa, no sabes si te va a dar por llorar o por creer que realmente el sol terminará por salir y quedarse una temporada (yo tengo mis esperanzas puestas en el verano)
    Besazos guapa!

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