Casi carta a quien no se la merecía
Como dice el título de la entrada, estuve apunto de entregar esta carta junto con algo más a una persona que resultó no merecerla. Menos mal que no me tocó volver a Novelda con la caja bajo el brazo, sino que no llegué a salir de aquí. Esto fue hace menos de un mes, y ya está suficientemente superado como para atreveme a “contarlo”, aunque tengo que admitir una cosa: sigo sin saber qué ha pasado.
Dicen que es de ser cortés llevar un regalo al anfitrión que te invita a formar parte de su casa, aunque no sean más que unas horas.
En mi caso, este hecho se mezcla con el de que ya estamos en Navidad, y en estas fechas todo el mundo le hace regalos a la gente que quiere (bueno, seamos prudentes y digamos “la gente a la que tiene cariño”). No quisiera caer en la comodidad del consumismo compulsivo y llevarte algo que no tenga ningún sentido, y puesto que quisiera ayudarte a comprenderme mejor, he compuesto la cajita de mi vida para que tú la guardes. Ninguna de estas cosas te va a ser útil en un sentido práctico, no son más que cosas que me gustan, que me han acompañado o han sido especiales y muy mías durante diferentes etapas de mi existencia, y quiero que las tengas tú por una razón muy sencilla: la compañía.
Todos estamos solos casi siempre, por mucha gente que tengamos a nuestro alrededor. La persona con la que más deseos tenemos de estar, es a la que menos vemos por lo general. Quisiera que mis cosas te hicieran la misma compañía que si yo estuviera ahí, y que te recordaran a mí; siempre he pensado que cuando regalas algo con todo tu cariño, un trocito de tu alma se queda en ese objeto, convirtiéndolo aí en algo especial, en algo vivo.
El caso es que he escrito esto y he preparado esta caja sin saber siquiera si te lo vo a llegar a dar. Tal vez me vuelva a Novelda con la caja bajo el brazo… depende de como nos vaya estos días… Aunque en estos momentos estoy tan segura de que todo va a ir bien, que me tomo la molestia de prepararlo. Bueno, también corro el riesgo de que tú lo encuentres absurdo. No se, no se, pero espero que no, porque como ya te he dicho, para mí no sólo es que este regalo esté vivo, sino que es parte de mi alma, y además por partida doble, ya que estos objetos eran míos, y me cuesta incluso desprenderme de alguno de ellos. ¡Así que cuídalos bien! ¿Acaso alguien te había nombrado antes guardián de su alma?
Pero por qué no merecía esta bella carta, al final? Qué pena…
Pues qué pena que no se la mereciera, porque es un honor muy grande que alguien te nombre guardián de su alma…
Besos.